Trastornos del comportamiento alimentario

La obesidad es un trastorno de alta prevalencia en cuyo tratamiento con frecuencia es subestimada la importancia de los aspectos psicológicos. Según los expertos, los determinantes genéticos de la enfermedad no sólo actúan sobre patrones bioquímicos de almacenamiento de grasa, sino también sobre el comportamiento alimentario.

Tal conducta está influida por factores ambientales como la disponibilidad de alimentos de alto contenido calórico y el sedentarismo.
En la actualidad, la obesidad es definida como la existencia de un índice de masa corporal (relación entre peso en Kg y el cuadrado de la estatura en metros) superior a 30, mientras que si éste se encuentra entre 25 y 29,9 se habla de sobrepeso. Ambas condiciones están asociadas a una alta frecuencia de morbimortalidad por dislipidemia, diabetes mellitus, enfermedad coronaria, insuficiencia cardíaca, hipertensión arterial, accidente cerebrovascular, cálculos biliares, osteoartritis, apnea de sueño y varios tipos de cáncer. La prevalencia del trastorno se ha cuasi duplicado en algunas naciones.
La obesidad troncular (o de patrón androide) es también un factor de riesgo independiente, en particular en lo que tiene que ver con la prevalencia de enfermedad macrovascular.

Influencia genética

Existen varias evidencias que sugieren que el comportamiento alimentario, que determina factores como la preferencia por alimentos de alto contenido calórico, el intervalo entre comidas, la inclinación por la actividad física y el grado de compensación que se obtiene con alimentos es influído genéticamente, aunque está modulado por el ambiente. Desafortunadamente, el estudio de tales factores ha resultado difícil de valorar en términos cuantitativos. Se estima que aproximadamente 30 a 70% de la variabilidad del peso corporal es determinada por vía genética.

En la actualidad, muchos expertos hablan del "ambiente tóxico" al referirse a los cambios en los patrones de conducta favorecidos por el desarrollo de las naciones. Así mismo, se ha extendido la idea del fenotipo ahorrador o "thrifty", en virtud del cual a lo largo de los años habrían prevalecido los genes que determinan un sistema energético extremadamente eficiente, que en condiciones de escasez es benéfico para la superviviencia, pero que en condiciones de abundancia conduce a la obesidad.

El dejar el hábito de fumar es un factor que ha sido relacionado con ganancia de peso, aunque por mecanismos que no son claros. Empero, es claro que para individuos fumadores, dejar el tabaquismo entraña un beneficio mucho mayor que el pequeño riesgo de aumentar de peso.

Estudios de comportamiento han revelado que muchos individuos obesos exhiben patrones anormales de comportamiento alimentario, tales como el de hiperfagia episódica, el cual es muy similar al observado en sujetos con bulimia nerviosa aunque sin las conductas perdedoras de peso propias de esta última. Este patrón está relacionado con una más temprana aparición de la obesidad así como con una tendencia a comer en respuesta a estados emocionales desfavorables y mayor frecuencia de psicopatología, en particular depresión y trastornos de personalidad.

Otro patrón anormal es el síndrome del "comedor nocturno", con frecuencia asociado a insomnio u otros desórdenes del sueño tales como sonambulismo, síndrome de las piernas inquietas y apnea obstructiva de sueño.

La influencia cultural ha sido resaltada, de manera reciente en un informe del Departamento de Salud de la Gran Bretaña en donde se evidencia, no sólo una alta tendencia a la obesidad en niños, sino además un consumo insuficiente de frutas y vegetales, factores que en muchos estudios han mostrado ser de beneficio en relación con el riesgo cardiovascular y la probabilidad del desarrollo de ciertos cánceres.
Nuevos hallazgos en trastornos del comportamiento alimentario

En el Manual Diagnóstico y Estadístico de Desórdenes Mentales están establecidos claramente los dos más importantes trastornos del comportamiento alimentario que son la anorexia nerviosa y la bulimia. Un tercer desorden es catalogado como trastorno alimentario no especificado y está caracterizado por brotes de hiperfagia. Sin embargo, los expertos señalan que con frecuencia hay dificultades para clasificar a ciertos pacientes que exhiben conductas alimentarias anómalas.

Recientemente, investigadores del Instituto para la Genética Psiquiátrica y del Comportamiento de la Universidad de Virginia intentaron establecer tipos de desórdenes de la conducta alimentaria con base en un análisis empírico de nueve síntomas de anorexia nerviosa y bulimia nerviosa en 2162 mujeres del registro de gemelos de Virginia (provenientes de la comunidad) con edades entre 17 y 55 años. En el análisis fueron tenidas en cuenta condiciones psiquiátricas comórbidas y rasgos de personalidad.

En el estudio fue más común de lo esperada la presencia de síntomas tales como trastornos de la autoimagen corporal, hiperfagia episódica, y sobreestimación del propio peso. Estos sujetos fueron catalogados como de clase 1 (3,6% del total). En la clase 2 (1,9%) figuraron mujeres que sobreestimaban su propio peso, el cual caía por debajo del 85% del ideal, y que, en algunos casos, presentaban amenorrea y episodios de hiperfagia, sin ser catalogables como anoréxicas. La clase 3 (21,9%) incluyó pacientes que sobreestimaban su peso, sin rasgos psíquicos de anorexia, ni amenorrea, ni episodios de hiperfagia. En esta clase no se reportó posteriormente el desarrollo de anorexia nerviosa.

En la clase 4 (3,4%) fue característico el bajo peso, la sobreestimación del mismo, el miedo de engordar y en varios casos la amenorrea y los episodios de hiperfagia, cumpliendo criterios diagnósticos de anorexia nerviosa en 11% de los casos. La clase 5 (4,6% la formaban mujeres muy rara vez con bajo peso, pero con características psicológicas propias de la anorexia (serio trastorno de la autoimagen), casi siempre con hiperfagia compulsiva y ocasionalmente con amenorrea.

En este grupo 9% llenaron criterios de anorexia nerviosa y una minoría de bulimia. La clase 6 la formaron pacientes con episodios de hiperfagia compulsiva, pero sin bajo peso, ni amenorrea, más bien con alta frecuencia de obesidad.

De forma llamativa, la concordancia para clase fue significativamente más alta para gemelas monocigóticas que para las dicigóticas (coeficientes de contingencia de 0,6 y 0,33 respectivamente) en las clases 4,5 y 6.

En opinión de los realizadores del estudio la catalogación de una comunidad en estas subclases mencionadas clarifica la tendencia natural de acumulación de desórdenes de la conducta alimentaria en la comunidad. Las primeras 3 clases no corresponden, según ellos , a desórdenes clínicos. Las últimas tres clases reflejan lo que en clínica se llama anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y desorden con hiperfagia episódica.



La hiperfagia del último desorden no es siempre compulsiva (o fuera de control), y en parte en ello radica la dificultad de catalogar a las pacientes afectadas, las cuales muestran además una alta frecuencia de obesidad. Los investigadores llamaron la atención sobre la alta probabilidad de influencia genética en los patrones alterados de conducta alimentaria y resaltaron que los tres primeros grupos de pacientes podrían corresponder a pacientes en riesgo de desarrollar trastornos francos de esta naturaleza (tabla).

Fuente: www.iladiba.com.

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