ALERTAN DOCTORES Y PACIENTES:

Los riesgos de la liposucción

El caso de Emilia Medrano, la mujer que viajó a Salta para someterse a una lipoaspiración.

Por Daniela Mohor W.
Entre las mujeres se ha popularizado un nuevo tipo de viaje. El del combo express, que entrega hotel, traslado, a veces incluso rebajas en los malls de Buenos Aires y una cirugía plástica en una de las clínicas porteñas. No son pocas las que sucumben ante la tentación de cambiar su figura en poco tiempo y por poco dinero. Tampoco son pocas las chilenas que, sin salir del país, recurren a centros médicos no acreditados que ofrecen por un monto relativamente bajo esculpirlas enteras de nuevo. Pero estas liposucciones implican un verdadero peligro. "A mi consulta han llegado desde mujeres con imperfecciones muy leves hasta casos en los que es necesario pedir un pabellón rápidamente para evitar una septicemia", lamenta el doctor Eduardo Villalón, presidente de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica.

Uno de los casos más noticiosos de las últimas semanas es el de la serenense Emilia Medrano, la mujer de 52 años que viajó a Salta para someterse a una lipoaspiración y terminó en coma.

La lipoaspiración es un procedimiento en que la grasa es removida usando un tubo metálico fino, llamado cánula, que se introduce a través de la piel por incisiones de dos a cuatro milímetros. El cirujano manipula la cánula a través de las distintas capas de grasa para soltarla y facilitar su succión. "Con la liposucción uno va esculpiendo por dentro, raspando el cuerpo y generándole una herida", explica el cirujano plástico Roy Sothers, de las clínicas Sara Moncada y Ciudad del Mar en Viña. Por eso, explica, su alto nivel de complejidad. "Mientras más grasa se saca, más sangre se produce y puede haber hermorrragia, anemia y situaciones de ese tipo". El médico explica que el período postoperatorio es crítico porque pueden aparecer complicaciones como los trastornos hidroelectrolíquidos, en los que el paciente pierde sales y líquidos que hay que recuperar. De ahí la importancia de pasar esa etapa bajo supervisión médica.

Otros trastornos se relacionan con la cicatrización, como las cicatrices hipertróficas y los queloides. "Y dependiendo de la cirugía, también puede haber deformidades, asimetrías, infecciones", agrega Sothers.

La lipoaspiración no es recomendada para todos. Por lo tanto, la mejor manera de evitar los riesgos es atenderse en un lugar donde se tiene la certeza de que seleccionarán bien al paciente. El cirujano plástico Hector Valdés, desde su consulta en España, explica: "El concepto es como el de construir una casa. Puedes hacerlo muy bien, pero si el terreno es pantanoso, en cualquier minuto ésta se puede derrumbar. Eso sucede con una liposucción. Si se realiza sobre una piel que no es adecuada, puede ser una antesala a un fracaso o a complicaciones".

Es un concepto que los centros médicos poco serios no respetan, así como tampoco toman en cuenta el peligro que representa el realizar lipoesculturas masivas. "Hubo muchas muertes por eso; cirujanos que sacaban 8 o 10 litros de grasa cuando lo prudente es no aspirar más de 3,5 litros por sesión. La liposucción no va asociada a una coagulación, y por más cuidado que se tenga siempre hay cierto grado de sangramiento. Entonces en un paciente que ha sido lipoaspirado masivamente, hay una rotura masiva de capilares y lo que puede ser un sangrado simple en un paciente perfecto, puede convertirse en un desangramiento en otro. Basta que se haya tomado una aspirina antes y no le haya avisado al doctor", advierte Valdés.

Además, agrega, cuando el cuerpo es agredido en áreas tan amplias, puede que el organismo se agote y no sea capaz de recuperarse del daño quirúrgico realizado cayendo en estado de shock. Otras complicaciones, a veces fatales, pueden surgir de una anestesia mal administrada.

¿Cómo prevenir estos riesgos? Los doctores recomiendan en primer lugar asegurarse que están acudiendo a un centro serio con especialistas certificados, experimentados y que cuentan con pabellones equipados para enfrentar cualquier emergencia. "También es importante hacerse una buena evaluación preoperatoria, con exámenes, una evaluación del anestesista y el concurso de otros especialistas que permitan saber si el paciente puede operarse, y si es el caso, cuáles son los cuidados específicos que tomar para evitar problemas posteriores", señala el doctor Sothers.

ROCÍO OMEGNA, 38 AÑOS, JEFA DE GABINETE DE LA MUNICIPALIDAD DE RECOLETA.

"Estuve en coma 45 días"

"A mediados de enero de 2004, simplemente de pretenciosa, decidí hacerme una liposucción para modelar mi figura. Entonces pesaba 68 kilos y medía 1,64 cm; me sentía demasiado gorda. Aconsejada por una amiga llegué a la consulta de un médico quien me aseguró que podría hacerme la intervención en una clínica privada. Me dijo que contaba con la infraestructura necesaria. Después supe que el doctor era un fisiatra y ni siquiera tenía la especialización en cirugía plástica.

Al principio, la operación no tuvo grandes complicaciones, incluso fui dada de alta con toda normalidad. Los problemas comenzaron días después. Tuve fuertes dólores estomacales que me llevaron a internarme de urgencia en la Clínica Dávila. Ahí me diagnosticaron una septicemia aguda y un principio de gangrena, porque durante la intervención me perforaron el peritoneo. Eso provocó un cuadro infeccioso generalizado que me mantuvo en estado de coma durante 45 días. Estuve tres veces al borde de la muerte. Los daños que causó esta operación son irreversibles y cada vez que miro mi estómago me angustio. Durante todo el tiempo que estuve en la UTI me sometieron a cerca de 20 operaciones que me dejaron sin tejido muscular y recién hace unas semanas se cerraron las heridas que tenía en esa zona. De todas formas todavía me quedan varias operaciones reconstructivas, porque como no tengo piel en las paredes de mi estómago, las heridas se pegan a mi intestino. Sé que son necesarias, pero reconozco que estoy aterrada de entrar a otro pabellón.

Durante estos tres años he vivido con dolores crónicos en mi estómago y he tenido que someterme a varios tratamientos sicológicos junto con mi hijo de 14 años. Él todavía no supera el shock de verme al borde de la muerte. Además, prácticamente no puedo hacer movimientos y dejé de hacer deportes, para no agravar las lesiones que tengo. Y como los médicos me aconsejaron acumular más grasa para reconstruir la piel, ahora mi figura es mucho más gruesa que antes. También estoy arruinada por todos los gastos médicos que he tenido que afrontar.

Actualmente mi caso está en tribunales y cuento con el apoyo del Colegio Médico, que inició un sumario ético contra el doctor.

SONIA, 34 AÑOS, DISEÑADORA DE VESTUARIO:

"Busqué los doctores por internet y tenían buen currículum"

"Esto fue hace tres años. Yo soy súper flaca, pero después de los embarazos quedé con un poco de grasa en el abdomen y las caderas. Operarse era mucho más barato en Argentina, así es que conseguí información sobre unos doctores en Buenos Aires a través de una amiga. Estos tipos tenían un libro sobre sus operaciones, lo que hacen, de dónde son, y me gustó. Con mi mamá y una amiga dijimos "ya, vámonos". Lo atractivo era que con pasajes y todo nos salía mucho más barato que en Chile. Aquí una operación a las caderas cuesta tres millones. Allá la primera operación salía 400 dólares y por cada cirugía adicional eran 200 dólares más. No me dio desconfianza porque buscamos los doctores por internet y tenían buen currículum.

En Buenos Aires llegamos a la clínica, nos evaluaron y nos dijeron que nos podían operar altiro. El lugar era macabro, un sucucho tétrico, viejo y feo. No tenía aspecto de clínica. Era una casa de tres pisos. Había una enfermera que te daba una pastilla para relajarte, te ponía una bata y te dejaba en una pieza de dos por dos viendo tele mientras salía la persona anterior y entrabas tú, porque había un solo pabellón. Estuve a punto de no operarme pero dije "ya estoy aquí". Me iba a hacer una lipoláser con anestesia local, no pensé que había riesgos. Además, los doctores me dieron confianza cuando conversé con ellos.

Pero después entré al pabellón y no me operó el doctor que me había evaluado, sino otro que no conocía. Eso lo encontré súper poco ético. A las tres nos operaron personas distintas. Mi mamá se hizo la guata y los brazos y mi amiga la guata y los glúteos.

Lo más atroz fue después. Terminaron con mi operación y esperé que salieran mi mamá y mi amiga para irnos al hotel. Nos fuimos en taxi. No me dijeron que esperara un rato para recuperarme, no hubo postoperatorio ni nada. Lo único que nos dijeron era que teníamos que caminar para botar las grasas. Te dejan como un hoyito y unos apósitos que van absorbiendo todo lo que va cayendo. Yo me empecé a sentir súper nerviosa y me vino una jaqueca, y cuando movía la cabeza me mareaba. Y a mi mamá le dieron vómitos que no paraban nunca por el tema de la anestesia. Estábamos en el hotel, no teníamos a nadie a quién recurrir, nos sentíamos pésimo. Fue terrible. Me sentí muy desprotegida. Al día siguiente fuimos de nuevo al médico para que nos revisara. Le comenté que estaba con muchos mareos y me dijo que dejara de tomar el antibiótico que me había recetado. Como estaba preocupada, el día que llegué a Santiago me fui donde el doctor Hector Valdés. Me vio y me dijo que estaba pésimo. Además, la guata me había quedado fea; me dejaron unas especies de líneas, de hoyos. Era como si me faltaran lonjas de grasa. Y de las caderas no me sacaron nada. Era ridículo, me miraba y estaba igual. A los tres meses tuve que volver a operarme aquí, con anestesia general".

CARMEN GLORIA, 30 AÑOS, PRODUCTORA DE EVENTOS:

"Podría haberme muerto"

"Yo tenía 22 años, pero ya tenía un hijo y quería tener la misma figura que a los 19. El médico al que fui me pidió varios exámenes, lo que me pareció súper bien. Yo estaba sana y bien de salud, así es que no tenía mayor susto a realizarme la liposucción que costaba 300 mil pesos.

En la sesión anterior a la fecha de la operación, el doctor me explicó que lo mío sería ambulatorio, que podría irme ese mismo día a mi casa, y que si pasaba cualquier cosa, la clínica estaba en el mismo edificio que la consulta. Sin embargo, el día de la operación el doctor me dijo que iba a realizarla en su consulta. Me pareció raro, pero como ya estaba ahí, me entregué a lo que viniera.

Recuerdo que me dio unas pastillas, me nublé, me quedé dormida. No recuerdo nada más, salvo que mi despertar fue de terror. Me sentía pésimo, empecé a vomitar... es cierto que puede ser una reacción normal a la anestesia, pero nunca me había sentido tan mal en la vida. Recuerdo haberme quedado en la consulta unas dos horas, tambaleando, porque apenas me podía sostener en pie. Después me vine a mi casa, sola, como quien se ha sacado una muela. Cuando llegué a la casa volví a quedarme dormida, y estuve así, aletargada, por casi una semana. Cuando ya tuve más conciencia recuerdo que me miré mi abdomen y estaba horrible, lleno de marcas y moretones. Me asusté y, cuando fui a preguntarle, el médico me aseguró que era el proceso natural de la recuperación. Después de tres semanas me di cuenta de que no era nada normal. Todos los días me sentía pésimo, me veía deforme, llena de huevos. Afortunadamente, lo mío no fue una infección, aunque los primeros días tuve fiebre, vómitos y escalofríos. Lo que pasó fue que el doctor me pasó mal la cánula, entonces intervino excesivamente en unas partes y en otras no. Fue terrible, porque yo me operé porque quería verme regia, y ahora me estaba sucediendo todo lo contrario.

Cuando me di cuenta de que lo mío había sido una negligencia, me dieron ganas de denunciarlo, pero el miedo me detuvo. Entre la confusión que tenía en el momento, sentía que había firmado un papel en el que me comprometía a no iniciar acciones legales. Cuando supe lo que le pasó a Jessica Osorio (la mujer que en octubre de 2005 murió luego de una liposucción hecha por un médico ecuatoriano), pensé que lo que le pasó a ella perfectamente me podría haber sucedido a mí. Que, dentro de todo, la saqué barata.

Años después, tuve la oportunidad de corregir mi defecto con un médico reconocido, que realizó el trabajo bien y que me devolvió la confianza y seguridad en mí misma. Pero nunca se me olvidará que, por una cosa tan chica, podría haberme muerto".

Publicado el 29/09/11
Fuente: El Mercurio


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