Adiós al salero en los restaurantes de Buenos Aires

El objetivo de la medida -que se enmarca dentro del Programa Provincial de Hipertensión Arterial- es lograr una reducción en el consumo de sal y con ello reducir los riesgos cardíacos de la población.

Los especialistas estiman que el comensal tiene la costumbre de ponerle sal a los platos sin siquiera haberlo probado, y con ello determinar si cuenta con un nivel aceptado de sal. Por ello la nueva normativa persigue acabar con la costumbre mecánica del uso del salero.

"Se busca reducir el riesgo de hipertensión, enfermedad que afecta a un tercio de la población argentina y que constituye uno de los detonantes más frecuentes de enfermedades y muertes cardiovasculares", señaló a BBC Mundo el ministro de Salud de la provincia, Alejandro Collia.

"Por ello creímos que el Estado debía intervenir", agregó.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año mueren unas 12 millones de personas por problemas cardíacos o accidentes cardiovasculares (ACV), una cifra mucho mayor al número de fatalidades que deja la violencia o los accidentes de tránsito.

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en América Latina un millón de personas murió por problemas del corazón en los últimos 3 años.

Y la sal, según los especialistas, puede ser clave para reducir las fatalidades. Expertos calculan que al eliminar un gramo de sal por cada 100 gramos de pan que se consume se pueden evitar unas 60.000 muertes en 10 años, según un estudio del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) al que tuvo acceso BBC Mundo.

Panaderos y restaurantes

El gobierno bonaerense llegó a dos acuerdos en la campaña contra la sal.

Uno con la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina, para eliminar los saleros de las mesas.

El segundo con la Federación Argentina de la Industria del Pan y Afines (FAIPA), para bajar en 40% el nivel de sal en la elaboración del pan.

"Se recomendará a los panaderos reducir a 750 gramos la sal por cada bolsa de 50 kilos de harina, es decir 100 gramos menos de lo que se agregaba normalmente", dijo en un comunicado Rubén Salvio presidente de FAIPA.

"En promedio, cada argentino consume 13 gramos de sal por día cuando según la OMS se deberían consumir menos de 5. Si en la Provincia pudiéramos bajar 3 gramos el consumo diario evitaríamos unas 2 mil muertes al año, sobre todo, por accidentes cerebrovasculares", afirmó Collia.

A nivel nacional, el ministerio de Salud también se trata de que los argentinos en todo el país reduzcan su ingesta de sal en la alimentación, con un programa llamado "Menos sal, más vida".

La misma OPS le declaró la guerra a la sal desde 2009, y desde entonces efectúa constantes programas de concientización sobre su consumo.

Oposición

En las redes sociales, el anuncio de la nueva medida que hará desaparecer a los saleros de los restaurantes de la provincia más populosa de Argentina, generó comentarios a favor y en contra.

Mientras que para algunos la medida es positiva, por el hecho de que combate a la primera causa de muertes en el país, la región y el mundo, para otros se violan algunas libertades.
"¿Sin saleros en los restaurantes? ¿Por qué no dejan que cada uno se mate como quiere? Que injusto", escribió en Twitter Natalia Praticco.

"En la prov. de Buenos Aires mueren más personas por la delincuencia que por la hipertensión (sic), sacan los saleros y no ponen más policías", terció Juan Bilo, en la misma red.

Asimismo, en el blog "No hay derecho", se tildó de "fascismo saludable" al programa de las autoridades de la provincia.

"Cuando nos saquen a la mañana a hacer gimnasia obligatoria y se alce alguna protesta, seguramente esa persona será declarada insana por atentar contra la salud pública", escriben sus autores.

El gobierno de la provincia de Buenos Aires calcula de las aproximadamente 15 millones de personas que habitan en esta región, casi 4 millones sufren de hipertensión y por ende son susceptibles a problemas cardíacos por el excesivo consumo de sal.

"No es algo que vamos a cambiar de un día para otro, pero con programas de información trataremos de que ocurra una reducción de la sal importante", aseveró Collia.

Así que la próxima vez que coma en un restaurante en la provincia de Buenos Aires, tendrá que probar primero y pedir sal después.

Publicado el 03/07/12
Fuente: Terra


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