No sólo previene enfermedades cardiovasculares:

La dieta mediterránea también es beneficiosa para el cerebro

Una investigación estadounidense plantea que el consumo de pescados, aceite de oliva, frutas y verduras, disminuye el riesgo de lesiones cerebrales.

Cristián González
La dieta mediterránea no deja de cosechar cualidades. A los ya reconocidos beneficios para la salud del corazón, ahora un estudio publicado ayer por la revista científica Archives of Neurology confirma que el seguir este estilo de alimentación puede contribuir a evitar daños en los pequeños vasos cerebrales.

Declarada por la Unesco como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad en 2010, la dieta mediterránea se caracteriza por incluir el aceite de oliva, pescado, legumbres, vegetales, frutas y cereales, así como vino tinto en cantidades moderadas y un bajo consumo de carne y productos lácteos.

"Los principales efectos descritos de esta dieta tienen que ver con la salud cardiovascular; a partir de eso uno puede relacionar que la gran cantidad de vitaminas y antioxidantes naturalmente contenidos en los alimentos que la componen, tienen un efecto en otros niveles del organismo", opina la doctora Cecilia Castillo, nutrióloga de Clínica Avansalud.

Investigadores de las universidades de Miami y Columbia, en EE.UU., evaluaron durante un año los hábitos alimenticios de 966 adultos mayores, con un promedio de 72 años de edad.

A cada participante se le asignó un puntaje según la cantidad de productos asociados a la dieta mediterránea que consumía. Además, se los sometió a exámenes de resonancia magnética para medir el nivel de sustancia blanca en su cerebro.

Pequeños vasos

Se sabe que los cambios en el volumen de sustancia blanca son un indicador de daños cerebrales crónicos. Cuando esta sustancia se acumula en exceso -lo que los médicos describen como sustancia blanca hiperintensa-, aumenta el riesgo de enfermedades neurodegenerativas, como la demencia senil.

"Normalmente, estas lesiones están asociadas a una mayor edad, la hipertensión, colesterol alto y diabetes", dice el doctor Clinton Wright, de la Universidad de Miami y uno de los autores del estudio. "Vimos que había una relación entre dieta y este marcador de enfermedad de los pequeños vasos. Las personas con una dieta más similar a la mediterránea tenían menos daños".

De hecho, las imágenes revelaron que había menos sustancia blanca hiperintensa entre los adultos con un mayor consumo de productos de esta dieta.

"En resumen, el estudio sugiere una posible asociación protectora entre el aumento del consumo de una dieta mediterránea y los daños en los vasos", dicen los investigadores.

Para el doctor Claudio Mizón, médico nutriólogo de Clínica Alemana, estos resultados se suman a datos previos que confirman el efecto de una dieta de este tipo sobre el cerebro. Por ejemplo, un estudio publicado en 2010 mostró una reducción del riesgo de enfermedades neurodegenerativas, en un porcentaje similar a la reducción del riesgo de infarto cardíaco.

"Son muchos los componentes que protegen la salud cardiovascular o el cerebro. La dieta mejora el colesterol bueno o HDL, la capacidad antioxidante del plasma; reduce el daño oxidativo del ADN y mejora la función del endotelio, capa celular que recubre los vasos sanguíneos por dentro".

Los investigadores estadounidenses sugieren que la disminución de los daños cerebrales detectada puede estar relacionada al consumo de grasas monoinsaturadas -grasas que ayudan a bajar el colesterol en la sangre, como las presentes en el aceite de oliva-, por sobre las grasas saturadas.

A lo anterior, el doctor Mizón agrega que ya se ha visto que los ácidos grasos omega 3, vinculados al consumo de pescado, tienen un efecto protector de las neuronas.

Sueño y memoria

La cantidad y calidad del sueño en las noches también influye en la buena salud del cerebro y, en especial, sobre su capacidad cognitiva. Un estudio presentado ayer en la reunión anual de la Academia Estadounidense de Neurología muestra que las personas que despiertan más de cinco veces por hora mientras duermen, tienen más probabilidad de desarrollar placas amiloides, depósitos tóxicos que causan daños a las células nerviosas muchos años antes del inicio de la enfermedad de Alzheimer.

Este riesgo también es mayor en quienes pasan menos del 85% del tiempo durmiendo mientras están acostados, según la investigación que observó a 100 personas de 45 a 80 años.

Publicado el 15/02/12
Fuente: El Mercurio


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