El estúpido juego de comer hasta reventar

En EE.UU. son furor los torneos de glotones que devoran kilos de panchos, tortas y hasta mayonesa pura. Tienen sponsors y se transmiten por TV.

Más de uno creerá que se trata de una de esas noticias falsas que cada tanto se reenvían por e-mail, pero lo cierto es que existe en este mundo un grupo de personas que come hasta reventar, casi literalmente, y recibe un premio por hacerlo, en eventos esponsoreados y televisados en vivo a cientos de miles de espectadores.

Estamos hablando de glotones profesionales: hombres y mujeres que se entrenan comiendo todo el año, como atletas de alto rendimiento, y compiten en un calendario de torneos que conforman algo así como los Gran Slam del morfi, agrupados en la Major League Eating (MLE). Por supuesto, a los participantes poco les importan los peligros vinculados a colesterol, sobrepeso, presión arterial y shock de grasas, ya que se atoran con toneladas de panchos, frascos de mayonesa, alitas de pollo fritas y barras de manteca pura, para deleite de sus fanáticos. Con ustedes, la La Liga de los Glotones.

56 PANCHOS EN 12 MINUTOS

En inglés se denomina competitive eating o speed eating y es un concepto que engloba competencias en las que se ingieren enormes cantidades de comida en tiempos cronometrados, que no superan los 15 minutos. Los premios, en general, van de los 1000 a los 10.000 dólares.

Se puede asegurar que la madre de los torneos de competitive eating es el Nathan´s Hot Dog Eating Contest, el tradicional concurso que se lleva a cabo en Coney Island, el balneario de Brooklyn que la clase trabajadora de Nueva York elije para clavar la sombrilla cuando empieza el calor. Todos los 4 de julio, desde 1916, se realiza en el restaurante Nathan´s la ingesta de panchos más enorme del planeta, transmitida en vivo y en directo por ESPN.

Los norteamericanos, inventores de estas contiendas, fueron humillados durante años en su propia casa por un japonés que se las ingenió para ganar el concurso seis veces consecutivas, entre 2001 y 2006, cuando el gran Takery Kobayashi llegó a tragar 56 panchos en 12 minutos. El orgullo del Tío Sam parecía herido de muerte hasta que en 2007 apareció Joe Chesnut, declarado "héroe nacional" por la MLE, quien le arrebató el título al nipón. Desde entonces, Chesnut es rey indiscutido de Coney Island: el 4 de julio pasado volvió a llevarse los u$s 10.000 mientras que su eterno rival, Takery, se negó a competir y fue esposado por la policía, acusado de querer romper todo el boliche.

Nadie olvida la gran final de 2008, que fue como el duelo de Rocky Balboa contra el ruso Ivan Drago, pero en versión chacinados. Al cabo de los 10 minutos, Chesnut y Takery quedaron empatados con 59 panchos comidos cada uno. Esto forzó al primer desempate desde 1980, que consistió en una suerte de definición por penales: pusieron a los dos competidores frente a sendos platos con cinco panchos adicionales por cabeza. El primero en terminarlos fue Chesnut, para alegría de la gente, que chocaba cervezas calientes en el aire y festejaba entre aros de cebolla, porristas obesas y olor a carne asada. Se calcula que a esa final asistieron casi 30.000 personas.

TITANES DEL MORFI

El concurso de Nathan´s forma parte del calendario de la MLE, que depende de la International Federation of Competitive Eating (IFOCE). Esta entidad realiza más de 100 eventos cada año, periodo en el cual reparte u$s 400.000 en premios. Y, por supuesto, cuenta con su "hall de la fama", en el que no figuran Cristiano Ronaldo ni Lionel Messi sino el mismísimo Chesnut, Takery y una mujer que está dando que hablar (por lo que morfa), llamada Sonya Thomas, alias "La Viuda Negra".

Pero el nuevo crack de la IFOCE es Jason Conti, un muchachito al que apodan "Crazy Legs" (piernas locas) desde que tragó 320 patitas de pollo en cuestión de minutos. Este vendría a ser el nuevo niño malo del competitive eating. Conti tiene miles de fanáticas, que mueren por tener el póster autografiado en el que aparece con su trompa sumergida en una barra de manteca del tamaño de una bañadera. De hecho, en 2004 se filmó un documental sobre su vida: "Crazy Legs Conti: Zen and the Art of Competitive Eating".

También existe una liga más pequeña, la Association of Independent Competitive Eaters (AICE), dirigida por un tal Arnie Chapman, que armó su propia agrupación luego de pelearse a muerte con los directivos de la IFOCE. La AICE se jacta de tener reglas más "éticas", como prohibir a los competidores que mojen los bocadillos en agua para que sea más fácil masticarlos, algo que la IFOCE sí consiente.

Entre los alimentos que ambas entidades permiten para las contiendas figuran, principalmente: panchos, hamburguesas, alitas y piernitas de pollo, barras de chocolates, donuts, cannolis, helados, espárragos, pizzas, costillas de cerdo, cheesecakes y todo lo que merezca ser tragado salvajemente.

ATLETAS Y REGURGITADORES

Pero no cualquiera puede sentarse a comer 47 rosquillas rellenas de crema en 5 minutos como lo hizo Patrick Bertoletti en el St. Patrick's Day Chowdown de 2007, o meterse cuatro frascos de mayonesa en ocho minutos, como hizo tiempo atrás el ucraniano Oleg Zhornitskiy. Estos muchachos son verdaderos atletas estomacales. Cada día, adoban sus panzas con kilos de comida chatarra y litros de bebidas.

La mayoría de los competitive eaters se "entrena" para mejorar la elasticidad estomacal, que algunos consideran clave para ganar estos torneos. Lo que hacen es beber enormes cantidades de agua en períodos cortos y combinar el líquido con alimentos de bajas calorías, como vegetales o ensaladas. Algunos se pasan horas masticando chicles para lograr mayor fuerza en sus mandíbulas. Se sabe que Joey Chesnut se prepara con seis meses de anticipación a un torneo, devorando con cronómetro, todas las mañanas, la misma comida que le servirán el día de la competencia. Otros, como el retirado Ed "Galleta" Jarvis, se entrenaba tragando cabezas de coliflor hervidas y siete litros y medio de agua diarios, dos semanas antes de la competencia. Debido a los riesgos que involucra esta preparación, la IFOCE desaconseja toda clase de training sin supervisión médica.

Por otra parte, no es de extrañar que muchos de los participantes sean flacos, ya que es vox populi que utilizan el vómito como método de entrenamiento, lo cual los deja en un estado de salud lamentable. Las modelos anoréxicas son bebés de pecho al lado de los competitive eaters, también conocidos en la jerga como gurgitators (vendría a ser "regurgitadores"), porque es sabido que devuelven los alimentos que tragan para seguir comiendo, pese a que -como dijimos- está prohibido durante los torneos. De hecho, son muchas las prácticas que los jueces condenan; a saber:

1. Vomiting. El participante será descalificado si muestra signos de estar vomitando o expulsando pequeñas cantidades de comida mientras sigue tragando.

2. Chipmunking. Los competidores intentan llenar sus bocas en los segundos finales de la competencia, una práctica llamada chipmunking. Algunos torneos lo permiten, mientras que en otros se descuentan puntos.

3. Dunking. Ciertos concursos condenan esta técnica, que consiste en tragar agua entre bocado y bocado para que la comida pase más rápido por la garganta.

4. Debris. Los participantes son penalizados si la superficie en la que están comiendo queda repleta de restos. Eso también les quita puntos en la recta final.

NO HAGA ESTO EN SU CASA

El competitive eating es cada vez más criticado en todo el mundo. Para algunos, resulta el reflejo perfecto de un problema que sufre gran parte de la sociedad norteamericana -la obesidad- y encarna peligros reales y comprobables para la salud humana. Aumento del colesterol, de la presión arterial, daños irreparables al sistema digestivo, úlceras, perforaciones al estómago y gastroparesia (una enfermedad de los músculos estomacales) son algunos de ellos, según un estudio de la Pennsylvania School of Medicine.

Y mientras terminás de leer esta nota, en el Rhythm City Casino de Davenport, Iowa, un grupo de atletas se prepara para la competencia anual de pescado frito. Intentarán destronar a la última campeona, Sonya Thomas, que en 2010 ganó u$s 1000 luego de comerse 3 kilos en 10 minutos.

Por José Totah

Publicado el 16/03/12
Fuente: Planeta Joy


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